jueves, 9 de octubre de 2008

::La Ética del psicoanálisis y sus aportes a la cultura.

MAURICIO GIORGI
Mi pregunta en torno a la ética del psicoanálisis gira alrededor de lo que ella implica u origina, o a lo que ella da lugar mas allá de la posición del analista, mi pregunta está en relación a la ética “fuera” del consultorio, no me propongo trabajar con la ética perfilada al deseo del analista (o al menos no directamente), es de lo que de ella se desprende mas más allá del acto analítico, hablo de lo que de la ética se hace cuerpo, voz, cultura y circula, sus consecuencias y pregnancia social.
Así introducida la ética del psicoanálisis parece plantearse como un sistema de ideas y valoraciones culturales, eso no constituye a la ética del psicoanálisis, pero si forma parte de sus derivados, o al menos esa es mi hipótesis, y la formulo porque creo que tiene importancia en cuanto a su articulación con la clínica ya que es justo suponer que de ello puede escucharse en el consultorio, esto puede llegar de múltiples maneras y es preciso reflexionar en este sentido en caso de posibles dificultades en la praxis

Haciendo una indagación sobre el termino ética aparecen algunos conceptos que me ayudaron a pensarlo: Etica: “es una parte de la filosofía que trata de la moral, estudia los actos morales, sus fundamentos y como se vinculan en la determinación de la conducta humana”[1] . Lo ético comprende la disposición del hombre en la vida, su carácter, costumbre y moral. Podríamos traducirla "el modo o forma de vida" en el sentido profundo de su significado[2]. La ética es una reflexión sobre la praxis. Ethos significa carácter, pero no en el sentido de talante sino en el sentido "del modo adquirido por hábito, ética proviene del hábito, de la costumbre y no es por tanto algo inherente al ser humano, no es por así decirlo “natural”, sino que se trata de una construcción social que ha ido variando constantemente a través del tiempo y del espacio[3]
A este concepto se lo fue matizando según las diferentes corrientes filosóficas que marcaron el pensamiento en occidente. Con decir que marcaron el pensamiento me refiero a que sus postulados funcionaron de base para regular la conducta de los seres humanos, estructurando sus valores e influyendo de manera directa en su constitución subjetiva.
La filosofía de Aristóteles fue una de ellas, por no decir la principal,
“El bien es el fin de todos los actos del hombre” postula Aristóteles en “Ética a Nicomaco”. Y sentenciado de esta manera ese enunciado se convirtió en el eje de la cultura y sus valoraciones, dando lugar a la ética de los bienes, es decir que se determinaban jerárquicamente una escala de bienes concretos a los que el hombre debía acceder y dependiendo de ellos se mediría la moralidad de sus actos
Cómo acceder al bien, cómo hacer el bien, ¿lo que hago esta bien o esta mal?, (tanto énfasis en el bien tiene por consecuencia espontánea, diríamos por formación reactiva la aparición o exaltación de lo malo como eso que causa el más intenso rechazo), entonces: cómo evito el mal. Estos dilemas existenciales humanos recibieron múltiples respuestas, nos hablan de ellas los epicúreos,(el bien está en la moderación del placer, la equilibración racional de la satisfacción de las pasiones), los cínicos (afirmaban que la esencia de la virtud, el bien único, es el autocontrol, y que esto se puede inculcar). Los cínicos despreciaban el placer, que consideraban el mal si era aceptado como una guía de conducta), los estoicos (en la tranquilidad del ánimo se halla la impasibilidad)
Luego el catolicismo, con su amor a Dios y el mandato fundamental: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Esta corriente puso especial énfasis en la penitencia, las reprimendas por pecar, como una gran exacerbación por la culpa y el castigo
Los placeres del cuerpo fueron también acogidos por estas, podríamos decir, éticas, entre ellos la sexualidad, la representante mas destacada en lo que placer del cuerpo se refiere. De que manera se abordaba esta cuestión, es obvio por decantación, rechazándola, amordazándola, regulándola, dosificándola, satanizándola.
En resumidas cuentas, la ética, o las éticas, en la historia han surgido para controlar el afán de destrucción y la sexualidad, o por lo menos en lo fundamental, para que los hombres pudieran convivir sin ultrajarse, violentarse ni sojuzgarse los unos a los otros. En sus diferentes apreciaciones o épocas a adquirido matices diferentes pero en lo básico ese requisito estaba cubierto
¿Que tiene que ver esto con la ética del psicoanálisis?. Lacan en “La ética del psicoanálisis” dice, que el psicoanálisis realiza aportes en dos planos, uno muy particular y otro muy general, el primero tiene que ver con la clínica, puertas adentro, la manera en que se responde a la demanda del enfermo, como se la articula; la segunda, “en tanto la experiencia del psicoanálisis es altamente significativa de cierto momento del hombre, que es aquel en el que vivimos, sin nunca poder situar, salvo raramente, qué significa la obra, la obra colectiva en la que estamos inmersos”[4]
Esta frase, aunque talvez un poco desalentadora, abre para mi el campo de lo que estoy tratando de articular, algo bastante inasible, sí pero no obstante se puede hablar de ello. A este respecto me gustaría agregar que Freud mismo en “Psicología de las masas y análisis del yo” plantea que lo Uno es impensable por fuera de lo colectivo, el individuo y lo social, por ende son indisociables, y trata en esta obra cuestiones sociológicas.
“Que Freud haya tomado elementos de otros lugares no cuestiona su originalidad sino que indica la reorganización audaz e inaugural de elementos preexistentes en diversos campos de la cultura. Su interés múltiple, la sociología, la educación, el arte, el derecho, impactó nuestra cultura, desde distintos ángulos, ni si quiera sabemos aun cuanto.” [5]
Es posible que este impacto, tenga que ver con la dimensión ética que Freud inaugura, pero ¿cómo lo hace? Es muy complejo. Parte de la práctica clínica y sus vicisitudes. Llega a postular las dos herramientas fundamentales para la práctica: la asociación libre (por parte del analizante) y la regla de atención flotante y la abstinencia (por parte del analista). Esta última es una recomendación dirigida al analista en tanto su deseo. Lacan dice, dejar el yo del analista en el placard, en el consultorio hay un sujeto, el del analizante, no dos, es necesario abstener la aparición del yo del analista, sus pasiones y su angustia, para evitar que este deje de ocupar ese no lugar, ese lugar vacío, que lo constituye como objeto de deseo, objeto que causa el deseo e instala la transferencia permitiendo que el analizante hable. De lo que se trata es de evitar la relación especular o imaginaria, se evita que el analizante tome la figura del analista como ideal, o como semejante, otro con minúscula. Respecto al deseo del analista hace una advertencia en cuanto a la finalidad del bien, en tanto esto es lo que se aspira para el paciente, es decir curarlo, el deseo de hacer el bien. Lacan dice que el deseo del analista debería postularse como el deseo de no-curar[6].
Si en el seminario 7 Lacan hace un recorrido partiendo de Aristóteles, pasando por el catolicismo y Kant para llegar al marqués de Sade no es casualidad, es causalidad, ya que los primeros se regodean en la idea de hacer el bien, identificado a lo correcto; no obstante la acuciante contundencia de la experiencia demuestra que Sade forma parte de lo mas intimo de la naturaleza humana, y el psicoanálisis no puede dejar de tener esto en cuenta.
En “El malestar en la cultura” Freud lo expresa claramente, es impensable que se ame al prójimo como a uno mismo, no encuentra asidero en la existencia humana, postula la pulsión de muerte en “Mas allá del principio de placer”, la tendencia a la destrucción inherente al sujeto.
Ahora la maldad es así puesta en vista para el psicoanálisis, pero ¿qué postura se toma ante ella, que postura toma el analista? y creo que esto es lo original, ¿repudia?, ¿apacigua?, ¿favorece? ¿Aconseja?...yo diría “abstiene”.
Esto, me parece, borra la tradicional dicotomía que es inherente al pensamiento occidental binario, que oscila siempre entre dos polos que se oponen generando líneas de pensamiento y modos de actuar estereotipados en el sentidos de: escojo esto o su contrario, las tradicionales dos sendas entra las que se dirimen las decisiones de los sujetos, de lo bueno y lo malo, ellos o yo, blanco o negro, completo o incompleto, lo correcto y lo despreciable. Si no se es lo uno se es lo otro, y esto representa para el sujeto una encrucijada que lo deja con pocos recursos ante la demanda superyoica de hacer lo correcto. Y el psicoanálisis toma este dilema y lo problematiza. Evidentemente el sujeto (hablo desde mi experiencia como analizante) se encuentra siempre en ese acantilado, donde sus decisiones o sus actos se ponen en cuestión en un juego donde lo que marca el deseo puede ser el camino que lo situé en el campo de lo rechazado, de la maldad. En este punto el superyó y lo social (casi indiferenciables) se hacen escuchar desde su lugar que es histórico, como tal transitado, marcado, (por doctrinas tradicionales o cualquier agente subjetivante de cualquier orden en cualquiera de los formatos que estos ocupen llámese mass media, etc.)
Entonces aquí situado, el sujeto, digamos su yo, en el risco, parece desdibujarse, quemarse, desmembrarse, desarticularse en pulsiones parciales, o bien retraerse, estancarse y cristalizarse. Pero aquí es donde Freud se hace su espacio. Y puede vislumbrarse en la masa inquebrantable de discursos absolutos, casi sofocantes para el sujeto, un agujero. Podría decirse que se instituye una dimensión, un discurso, un modo de lazo social radicalmente diferente. No digamos que para el psicoanálisis la dicotomía entre el bien y el mal, tan sentenciosa, es ajena, pero sí que hundirse en ella propicia extravíos.
Digamos que el psicoanálisis le da al discurso un estatuto otro, situándose por fuera, o desde otro lugar, desde la falta, lo incompleto, lo desechado y lo rechazado partiendo de la base de que es una práctica de discurso. Lacan afirma en “apertura de la sección clínica”: “el hombre tiene la ilusión de decir algo que sea del decir, es decir, que importe en lo real”. De esta manera sitúa al inconciente por medio de la función simbólica que está puntuada en la noción de significante expresando que el inconciente es bla-bla-bla.
Bien, me encuentro en este punto. El psicoanálisis como práctica de discurso.
¿Es esto lo mismo que el discurso del psicoanálisis?. Y de esta manera me sumerjo en lo que me interesa.
Una cosa es servirse del discurso del psicoanálisis para matizar otras prácticas de la cultura, esto representa, talvez, un corrimiento distorsionado.
Encontramos discursos médicos, pediátricos, anuncios y montones de farfarruchadas embebidas de términos psicoanalíticos, de ahí que uno escucha que se hacen encuestas por el noticiero de canal nueve para comprobar que los jóvenes elijen a sus parejas según el parecido con la madre por el complejo de Edipo, o que escuchamos que a Rafael Nadal le prohíben masturbarse para que sublime su energía en el tenis, o que se afirme contundentemente que si de chico a alguien lo violaron seguramente de grande será un violador, en estos casos se presenta lo que del psicoanálisis se ha hecho cultura pero de manera podríamos decir desvirtuada, si bien el psicoanálisis abre la puerta a lo infantil como constitutivo y fundante así mismo no postula el determinismo a ultranza y así con diferentes falacias. Cuando yo hablo de lo que el psicoanálisis impacta en la cultura intento referir a otra cosa. No es el psicoanálisis tomado por otros discursos lo que habla de su pregnancia social. En todo caso eso da cuenta de su aceptación y su trascendencia en otros niveles.
Entiendo que el sujeto no es el mismo después de un análisis, pero el sujeto ¿es algo?. Probablemente si, muy difícil de dar cuenta, sobre todo porque no es siempre lo mismo, acaso el yo podríamos decir entre comillas, una parte del sujeto ¿es siempre lo mismo?, como dice la frase, “vos seguís siendo el mismo de siempre”, o “esa persona ha hecho de todo pero en esencia es siempre la misma? ¿Ese “mismo” refiere a la unidad del yo? Si ese fuera el caso Lacan ya ha expresado la cuestión imaginaria del yo en “el estadio del espejo”, el yo es un engaño, desconocimiento radical afirma en “acerca de la causalidad psíquica” o que intentar fortalecer o redondear al yo por la vía inmediata imaginaria no constituye la tarea del psicoanálisis “en introducción del Gran Otro”, hasta el mismo Freud pone al yo en el estatuto de vasallo en “El yo y el ello”.
Por otro lado, la cultura ¿sigue siendo la misma después del nacimiento del psicoanálisis? Y no estoy haciendo referencia a lo histórico únicamente, ya que el devenir del tiempo engendra algunos cambios obviamente. Me refiero a lo estructural, y cuando digo estructura digo discurso. Y vuelvo al psicoanálisis como práctica de discurso. El psicoanálisis al fundar un lazo social inédito lo que hace es nada mas ni nada menos que “dar lugar”; a través del discurso.
Creo que por esta vía es que puedo pensar cómo el psicoanálisis impacta en la cultura. Es posible detectar la influencia del psicoanálisis en esos baches, en esos lugares (y este termino siempre es en relación a estructura), podríamos decir alter-nativos o mejor dicho emergentes, donde es posible algo otro, nuevo, diferente; donde se rompe con la linealidad de lo unidimensional, donde la cuestión no vacila entre lo que esta bien y lo que esta mal, entre el blanco o el negro, donde a una causa no le sigue el efecto, un lugar donde dos mas uno es igual a cuatro. Y esto que digo no es en el plano exclusivo de lo singular, sino también en lo colectivo, cultural (ya que desde la óptica psicoanalítica esta díada también se desdibuja)
La posibilidad de resignificación, de subversión es a lo que el psicoanálisis, desde su dimensión ética, abre las puertas.
La sexualidad, tal como lo consigna Foucault en “Historia de la sexualidad” es un hecho de discurso, del poder como lucha de fuerzas, el cuerpo y el goce tomados por discursos y construido por discursos históricamente sesgados, entendida de esta manera la sexualidad humana se ha puesto en escena por el psicoanálisis desde una lógica revolucionaria y absolutamente inédita, siendo este un campo en el cual el aporte del psicoanálisis puede sentirse de manera patente. Lacan afirma en lo que Allouch llama, “Teoría del coger”, “el falo no funciona como algo que podría diferenciar dos sexos”[7] y desde allí pueden pensarse una multitud de prácticas sexuales que tienen vigencia hoy en día y que desde la psiquiatría serían catalogados como perversiones. Es así también como el par heterosexual-homosexual se desdibuja y las sólidas oposiciones en torno a lo que el mismo conlleva comienzan a verse desde otra lógica que permite de alguna manera, no digamos un entendimiento, pero si una vía de acceso a la formas de goce de los seres humanos tan insondables, no desde el catalogo, la categorización, ni desde el prejuicio y lo punible, sino dándole lugar a los intervalos, a lo no normatizado y le da un sentido, posibilitando y no es poca cosa, hablar de ello y generar movimientos.
Si bien, talvez por alguna inercia gestaltica de la “buena forma”, de intentar completar cuerpos teóricos como acabados, con el paso del tiempo ciertas conceptualizaciones adquieren el carácter de norma, como una ley casi científica o natural (como por ejemplo el complejo de Edipo positivo) son así acogidas por la sociedad.
Pero el psicoanálisis a diferencia de los enunciados científicos no se cierra sobre si mismo, y vuelve a repensarse, reformularse y problematizarse, permitiendo siempre un retorno y a la vez un cambio
La ética del Psicoanálisis emana de la práctica y a la vez la práctica es posible gracias a la ética , así Praxis y ética, de manera dialéctica, se determinan mutuamente y la teorización adviene en esta dinámica. Esto no es inconsecuente, se producen marcas que trascienden al analista y al analizante marcas en el discurso, que circulan y hacen cadena, hacen red y esta red como tal no se sostiene en la dicotomía singular y colectivo, la rebasa, y atraviesa todas las prácticas denunciando así su lugar y relevancia en la cultura.
Hay un antes y un después…





Bibliografía:

Aristóteles “Ética” , Argentina, Ediciones Libertador, 2005
Capurro Raquel, “Homosexual-heterosexual, critica de un par conceptual” Revista Querencia Nro 2. Abril 2001.Secciones Temáticas
Colovini Marite; “La erotomanía, el delirio de ser amada: ¿Una locura femenina?”, capitulo: “Estructuras clínicas”
Diccionario Enciclopédico estudiantil Océano, Mentor Color
Donzis Liliana, Clases desgravadas: “ética del psicoanálisis” Escuela Freudiana de Buenos Aires. 1997
Estudiantes de la catedra de Psicología clínica 1 A año 2007 de la U.N.R.; “psicoanálisis por estudiantes”; Prologo de Colovini Marite, UNR editora, Rosario, 2008
Ferrater Mora, Diccionario
Firpo Stella Maris, “Diversas adolescencias”, segunda edición, UNR editora, Rosario, 2008
Foucault M. “Historia de la sexualidad” Buenos Aires: Siglo Veintiuno
Freud S. “Obras Completas”: tomo XVIII: “Mas allá del principio de placer”; Buenos Aires, Amorrortu, 2003
Freud S. “Obras Completas”: tomo XVIII: “Psicología de las Masas y análisis del yo”, Buenos Aires, Amorrortu, 2003
Freud S. “Obras Completas”: tomo XIX: “El yo y el ello”
Freud S. “Obras completas” tomo XXI “El Malestar en la cultura” edicion 1.Bs. As. Amorrortu, 1979
Freud S. “Obras completas” tomo XII “Consejos al medico sobre el tratamiento Psicoanalítico” Bs. As. Amorrortu 1986
Gaviria Luz Elena, “El mas Uno y el analizante” www.nel-amp.com/tw/02/tw02_car.htm - 20k
Imbriano A.H. “Una ética para la enseñanza del psicoanálisis”, 2002
Lacan J. “El Seminario 7: La ética del psicoanálisis”, Buenos Aires, Paidos, 2007
Lacan J. “Escritos 1” “El Estadio del Espejo como formador de la funcion del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. Siglo Veintiuno,1998
Lacan J. “El seminario 2: El yo en la teoría de Freud y en la técnica Psicoanalítica” cap 19: “Introducción del gran Otro”, Buenos Aires; Paidos, 2007
Lacan J. “Escritos 1” “Acerca de la causalidad psíquica”. Siglo Veintiuno, 1998
Mazzuca Marcelo. “Reportaje al psicoanalista francés Jean Allouch que visito Buenos Aires”.
Mora Patricia “Cartel y formación del analista” www.escuelafreudiana-arg.org/archivos_de_trabajo/panel_cartel_y_fromacion_del_analista
Velásquez Rafael, Filosofia ética



[1] Diccionario Enciclopédico estudiantil Océano, Mentor Color
[2] Filosofía Etica, Rafael Velasquez
[3] Ferrater Mora J. Diccionario de Filosofía, tomo 2, “Etica”, Alianza Diccionarios, edición 7, 1990
[4] Lacan, El Seminario VII, “La Etica del Psicoanalisis”
[5] Firpo Stella Maris, “Diversas adolescencias”, segunda edicion, pag.71 UNR editora, Rosario, 2008
[6] Lacan, El Seminario VII, “La Etica del Psicoanalisis”
[7] Reportaje al psicoanalista frances Jean Allouch que visitó Bs.As. por Marcelo Mazzuca

7 comentarios:

Javier Kelman dijo...

Me resulto no solo muy cargado de contenido teórico, sino también muy agradable a la lectura. Creo que lograste entrar en temas de conversación cotidiana que exceden a la enseñanza del psicoanálisis, combinándolo con el recorrido que hicimos durante el año, muy bueno!

Javier Kelman dijo...

Me resulto no solo muy cargado de contenido teórico, sino también muy agradable a la lectura. Creo que lograste entrar en temas de conversación cotidiana que exceden a la enseñanza universitaria, combinándolo con el recorrido que hicimos en el año, muy bueno!

Unknown dijo...

Mauricio, me parecio muy importante que hayas marcado como ciertos discursos utilizan los términos psicoanalíticos de manera distorsionada, que es muy común. Me gusto lo de "farfarruchadas embebidas de terminos psicoanaliticos "
Gracias

noemi dijo...

Mauricio, me gustó la forma de abordar lo ético y la posición que tiene el psicoanálisis en la cultura, pudiendo hacer un discurso que salga del bien y el mal y mostrar aquello que va más allá del consultorio. Muy bueno!

noemi dijo...

Mauricio, me gustó tu abordaje de lo ético que va más allá de las puertas del consultorio, su relación con la cultura , tema que me preocupa y cómo salir con un discurso psicoanálitico de lo moral del bien y el mal. Muy Bueno!

Madeleine dijo...

Mauri, me gustó mucho y además me hizo volver a abrir algunos interrogantes sobre la cuestión del discurso psicoanalítico y su relación con la cultura. Me llevo a pensar el tema del discurso capitalista, el existir en pos del consumo, como modo de existencia.. (¿hasta consumirnos nosotros?), todo es dinero, todo se compra, y todo se vende... ilusiones que se plantean como verdades, y como modos de poder atravesar la angustia. no deja lugar, obtura la reflexión, deja al sujeto prendido solamente de su consumo y de lazos vacíos, crea pantallas, máscaras constantemente. además aparece como incesante; es super-productivo ("quiero el último celular porque tiene un mono que me va a resolver la vida"). reptio: no deja lugar!
nos hace puros objetos, nos compramos, nos vendemos. entramos en las reglas del mercado. llena lo social y alcanza lo subjetivo desde lo más profundo.
por otro lado es dificil encontrar lugares desde donde armar un "foco de resistencia" ante semejante inundación de un discurso al que no podemos escapar, en el que estamos inmersos y del que hay que hacerse cargo. tenemos parte de ese discurso, lo reproducimos, vivimos con él, y hasta hay momentos en que nos embanderamos. aparecemos como dominados frente a este monstruo capitalista. mi pregunta: ¿qué hacemos con esto?
pienso que desde el psicoanálisis podemos pensar algo diferente, armar un poco el foco. su discurso le hace frente, lo confronta. es, tal vez, una apuesta más desde algún lugar, y con lo que se tiene. hace un quiebre en algún punto y ahí podemos introducir una diferencia. cuestión nada sencilla...

mauricio dijo...

viste madeleine!, es inquietante lo adictos que somos los seres humanos al discurso...emergemos en el, sufrimos por el pero no nos podemos despegar, es el discurso el que emite la configuracion del ser o no ser y solo él puede darnos el anhelado ser o desplazarnos al no ser. En el caso puntual de occidente es tal como lo planteas vos..pero este dilema shakespeareano, de ser o no ser impregna otros discursos, presentandose en modalidades diferentes, por ejemplo en medio oriente, el discurso religioso (podriamos decir fundamentalista) absorve el ser de manera tan ferrea como la logica de mercado en occidente, ser o no ser parece una constante gramatical en la estructura de discurso universal (como presencia ausencia). en ese caso ser tendria que ver con morir en el campo de batalla por mis ideales y matar al otro, ese es el ser en el fundamentalismo. no ser: estas con los otros, sos un cobarde o peor un traidor. quedas por fuera...ahi tambien se percibe la obturacion, no se vislumbra linea de fuga alguna -matar o morir-...