miércoles, 8 de octubre de 2008

::Deseo del analista: El posibilitador del psicoanálisis.

ALDANA DEGESE
Nuestro cartel se constituyó a partir del tema: “El deseo del analista”, ya que es una cuestión que a cada uno de los integrantes nos planteaba muchos interrogantes, especialmente debido a nuestro transcurso por el último ciclo de la carrera; tras el cual estaremos trabajando desde el psicoanálisis.
Ante la inminencia del comienzo de nuestra práctica me pregunto: ¿cómo estar a la altura de las circunstancias para continuar el gran legado que nos dejó Freud y continuó desarrollando maravillosamente Lacan? Pregunta ética sobre como voy a desarrollar mi práctica, en relación a ¿qué nos autoriza como analistas?
Estos grandes interrogantes, que en definitiva son sobre la formación del analista y el estatuto del psicoanálisis; se fundamentan y se sostienen a partir del deseo del analista que es lo que, posibilita la existencia misma del psicoanálisis; y que se le presentó a Lacan como un interrogante ya al comienzo de su enseñanza.
Por eso, voy desarrollar en este trabajo, aquello que Lacan nombra función deseo del analista en el seminario XI, a partir de algunas inquietudes que surgieron en el transcurso de nuestro trabajo en grupo en el cartel, y que provocaron sumo interés en mí, por lo cual decidí abordarlas en el producto personal.

Ya Freud nos decía que para practicar el psicoanálisis se necesita de un trípode: el análisis personal, la supervisión de los casos y la teoría.
Estos tres pilares del psicoanálisis están en íntima interrelación constante y es el deseo del analista lo que los enlaza manteniéndose como una cuestión de horizonte, ya que es el motor que permite la dirección de la cura, la instalación de la transferencia y el transcurso de un análisis; y fundamentalmente que el analista “sea al menos dos” como postula Lacan en tanto reflexiona y teoriza sobre su práctica, tal como lo hizo Freud en el desarrollo de sus historiales.
Es decir que, el deseo del analista funciona como nexo, como puente, entre la práctica propiamente dicha del psicoanálisis y las demás prácticas tales como conferencias, clases, seminarios etc.; lugares donde se habla de teoría, de conceptualizaciones, también del quehacer clínico, pero que no es propiamente el ámbito de acción del analista
Dice Lacan en uno de sus escritos: “... es el deseo del analista lo que en último término opera en el psicoanálisis”[1].
En esta formulación de Lacan nos encontramos con que por un lado, el deseo del analista remite a una conjunción entre deseo de... y el analista, que hace que surjan dos preguntas: una sobre el deseo y su objeto y la otra sobre lo que define a un analista, en tanto hay analistas, y no existe El analista al decir de Lacan; cuestión citada muchas veces y que fue uno de los puntos de discusión en el cartel. Y por otro lado en la cita surge la cuestión de cómo se opera en el psicoanálisis y que es lo que por lo tanto le da su especificidad.
En el seminario XI Lacan se pregunta yendo en consonancia con la cita anterior: “¿Qué ha de ser del deseo del analista para que opere de manera correcta?”[2], pregunta fundamental por una sencilla razón: el problema de la formación del analista la postula; y por ello en el marco de este trabajo compete desarrollar.
En el escrito “La dirección de la cura y los principios de su poder”, que es del año 1958 Lacan teoriza sobre la posición y función del analista; cito: “El psicoanalista sin duda dirige la cura...” “... no debe dirigir al paciente”[3]. Frase en relación con la cuestión de la abstinencia del analista, que Freud da como uno de los consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico, articulada con la neutralidad de analista; y que remiten a la regla fundamental necesaria para la dirección de una cura psicoanalítica, en la que el deseo del analista se mantiene como sostén constante.
En el mismo escrito Lacan utiliza para referirse a esto la metáfora del muerto en el juego del bridge: “... es para hacer surgir el cuarto que va ser aquí la pareja del analizado y cuyo juego el analista va a esforzarse por medio de sus bazas, en hacerle adivinar la mano; tal es el vínculo digamos de abnegación que impone al analista la prenda de la partida en el análisis”[4]. Y agrega: “Pero lo que es seguro es que los sentimientos del analista sólo tienen un lugar posible en este juego, el muerto, y que si se le reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quien lo conduce”[5]
Que el analista se haga “el muerto”, frase tantas veces mal interpretada en el sentido de una pasividad continua del analista, hace referencia a la posición que este debe tener en un análisis, que en “La dirección de la cura...”, emplea para referirse a que el analista hace mejor en ubicarse por su carencia de ser que por su ser.
En el apartado IV del escrito que estoy citando, introduce el deseo del analista que aún no había conceptualizado.
Cito: “Está por formularse una ética que integre las conquistas freudianas sobre el deseo: para poner en su cúspide la cuestión del deseo del analista”[6]
En esta cita se relaciona el deseo del analista con la ética del psicoanálisis; porque el deseo del analista es parte de la ética que el psicoanálisis implica; tema al que le dedica todo un seminario, el seminario VII del año 1960; en el que introduce la pregunta ética fundamental: “¿Ha actuado usted en conformidad con su deseo? Esta es una pregunta que no es fácil de sostener. Pretendo que nunca fue formulada en otra parte con esta pureza y que sólo puede serlo en el contexto analítico”[7].
Hay que tener en cuenta que éste seminario es posterior al seminario VI “El deseo y su interpretación” en el que desarrolla el grafo del deseo y con respecto a la frase “El deseo del hombre es el deseo del Otro” dice Lacan: “La pregunta hecha al Otro de lo que él quiere, en otro términos, de allí donde el sujeto hace su primer encuentro con el deseo en tanto es en primer lugar deseo del Otro…” “…el que el otro haga que un significante u otro esté o no presente en la palabra, en que el Otro le da la experiencia de su deseo…”[8]
Por eso define al deseo como “la metonimia del ser en el sujeto” porque en la relación al Otro, como lugar de la palabra hay un significante que falta siempre, que es el falo, por eso agrega: “el deseo es la metonimia del ser en el sujeto; el falo es la metonimia del sujeto en el ser”[9]
Con respecto a estas definiciones y su relación con el deseo del analista, en la clase 27 del 1/7/1959 dice: “Este deseo del sujeto, en tanto que deseo de deseo, abre sobre el corte, sobre el ser puro, aquí manifestado bajo su forma de falta. Este deseo del deseo del Otro ¿es al fin de cuentas aquel deseo que va a confrontarse en análisis, deseo del analista? Es de tal manera necesario que mantengamos frente a nosotros esta dimensión sobre la función del deseo”
“El problema del análisis es justamente el del deseo que el sujeto tiene para reencontrar, que es este deseo del Otro, nuestro deseo, este deseo que está presente sólo en lo que el sujeto supone que le demandamos, este deseo se encuentra en una situación paradojal”
Estas citas nos hablan de la transferencia que hace falta que se instale para que pueda comenzar un análisis y desplegarse algo del deseo del sujeto y en tanto es deseo de deseo del Otro, hay que preguntarse que sucede con el deseo del analista en tanto el analista en el transcurrir de un análisis en transferencia encarna a este Otro.
En este seminario plantea la cuestión de la transferencia en su relación con el deseo, que como deseo de deseo, se abre al enigma del otro como tal y más precisamente la del deseo del analista.
Esto tiene que ver para que se realice un análisis el analista debe constituirse como objeto libidinal; tiene que atraer sobre si la libido disponible que el analizante dispone y ligarla al análisis.
En una primera etapa se debe constituir la neurosis de transferencia, es decir, que los síntomas pasen a ser síntomas de transferencia, incluyendo al analista en lo síntomas del paciente, y que de ese modo la neurosis primitiva pase a ser neurosis de transferencia.
“Para Freud, la transferencia es un modo de lazo erótico que toma la forma del amor auténtico, Lacan añade algo cuando especifica la transferencia como amor al saber.
Hay un suplemento de saber, porque el analizante supone que el analista puede proporcionar un suplemento de saber sobre la verdad de su síntoma, y este suplemento de saber sitúa al analista en una posición donde también obtiene un suplemento de poder, pero es un poder del que el analista no puede servirse.
Hay que agregar también que hay en el analista, en tanto situado en el campo del Otro para el analizante, un deseo.
Así tenemos que la transferencia se constituye con el saber del Otro, el poder del Otro y el deseo del Otro.”[10]
La define en el seminario XI como la puesta en acto d e la realidad sexual del inconsciente; lo que permite la apertura y cierre del inconsciente, que sólo se da si están constituidos los elementos citados en el párrafo anterior.
En el seminario “La transferencia” Lacan hace referencia a que el amor de transferencia no se limita solamente a lo que sucede a nivel del sujeto, sino lo que sucede también a nivel del analista. Esta es la importancia del deseo del analista porque en este seminario hace depender la transferencia del deseo del analista.
Lo dice lacan con estas palabras en el seminario VIII: “…porque nos dimos cuenta que la complejidad de la cuestión de la transferencia no se podía en absoluto limitar a lo que ocurre en el sujeto llamado paciente, en el analizado. En consecuencia, se plantea la cuestión de articular, de una forma un poquito más decidida de lo que se había dicho hasta ahora, que debe ser el deseo del analista”[11]
“…en un discurso que se dirige nada menos que a poner en el centro de la cuestión lo que articulamos este año, la función del deseo, no sólo en el analizado, sino esencialmente en el analista”[12]
En el seminario X “La angustia” en el que conceptualiza el objeto a, dice que el a es la causa, la causa del deseo; lo define allí como el resto de la constitución del sujeto en el lugar del Otro, en tanto tiene que constituirse como sujeto tachado. Nos dice además, que el objeto a es un objeto cesible: “Este carácter de objeto cesible, es un carácter importante del a...”[13] Esto nos permite comprender mejor la frase “ceder el objeto a al analista” que se abrió a discusión en nuestro cartel.
Se trata de colocar en la transferencia al analista como objeto causa de deseo. Produciéndose lo que en el seminario VIII llama: la metáfora del amor, tomada del Banquete de Platón: erastes y eromenón, amante y amado; posición activa y pasiva del amor. El que está en posición de amado (así llega el paciente, futuro analizante) sustituye esa posición por la de amante (cuando se instala la transferencia y comienza un análisis) pasando de ser objeto a la posibilidad de aceptarse como sujeto. Esto indica que el sujeto se produce en análisis.
Luego en seminarios más avanzados de su enseñanza, Lacan plantea que el analista hace semblant de objeto; es decir se debe dejar tomar por objeto de amor, objeto desechar, etc., absteniéndose de intervenir como sujeto.
Esto lo desarrolla en la formulación de los cuatro discursos. Es en el discurso analítico que el objeto a va al lugar del agente: Se trata de pensar la operación analítica desde el analista como semblante de objeto a, que permite la emergencia del sujeto como efecto del discurso quien se acerca a un saber que nunca recubre toda la verdad.
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“Si enuncio que la vía pasa por a, que el único objeto que debe proponerse al análisis de la transferencia, ello no significa que todos los problemas queden resueltos de ese modo. Esto deja abierto otro problema. Es precisamente mediante la sustracción como puede surgir la dimensión esencial de una pregunta planteada desde siempre, pero ciertamente no resuelta porque la insuficiencia de las respuestas es evidente a los ojos de todos cada vez que se plantea la cuestión del deseo del analista”[14]
Esta cita de Lacan está planteando como la transferencia implica no sólo tener en cuenta al analista en el lugar de objeto a, sino como entra en juego allí el deseo del analista que aún en el seminario X se le presenta como difícil de circunscribir y dar un concepto del mismo.
En el seminario XI avanza y trata de definirlo:
“En consecuencia, podemos decir que detrás del amor de transferencia está la afirmación del vínculo del deseo del analista con el deseo del paciente…” “… sí, es el deseo del paciente, pero en encuentro con el deseo del analista.
No diré que todavía no he nombrado ese deseo del analista pues ¿cómo nombrar un deseo? Un deseo uno lo va cercando. Para esto la historia nos procura pistas y huellas”[15]
En la última clase del mismo seminario dice Lacan: “… Es posible atravesar el plano de la identificación, por medio de la separación del sujeto en la experiencia, porque el deseo del analista, que sigue siendo una X, no tiende a la identificación sino en el sentido exactamente contrario. Así, se lleva la experiencia del sujeto al plano en el cual puede presentificarse, de la realidad del inconsciente, la pulsión.”[16]
En esta frase el deseo del analista va en relación a que no tiende a la identificación, sino todo lo contrario, es decir, situar la mayor distancia posible del I, que el analista es llamado por el sujeto a encarnar, el mecanismo fundamental de la operación analítica es el mantenimiento de la distancia entre el I y el a. Se trata de que en la emergencia del sujeto éste rastree las marcas que la pulsión ha dejado en su cuerpo

Si el deseo del analista es lo que en última instancia opera en el psicoanálisis, se podría decir que circula bordeando tres ejes, que en definitiva son los que permiten que el psicoanálisis exista:
La clínica, o sea la práctica
La teoría, o los conceptos
Las escuelas, las instituciones, los agrupamientos de analistas
El deseo del analista opera en última instancia sobre los tres ejes. Es decir, es lo que articula el psicoanálisis en intensión y el psicoanálisis en extensión al decir de Lacan.
Con respecto a lo que le da especificidad al psicoanálisis como práctica y lo diferencia de otros saberes y psicoterapias, es la creencia en la emergencia del sujeto como efecto del discurso; creencia que la propicia en definitiva el deseo del analista.
Esto se mantiene a pesar de que se modifique el contexto; ya sea que se trabaje desde el psicoanálisis en atención en crisis, emergencias, prácticas en instituciones educativas, psicoanálisis en prácticas comunitarias, psicoanálisis con niños etc., y cambien los modos de intervención para propiciar el giro de discurso; hay una constante: el deseo del analista. Por ello como dice Lacan el analista debe dar razones de su práctica.

Finalmente voy a considerar en este trabajo y como cierre del mismo que a su vez permite aclarar la temática, aquellos casos en que el analista se aparta de su función y fracasa la transferencia, inmiscuyéndose el deseo como sujeto de aquel que ya no está como analista y se ha corrido de la posición de abstinencia.
Lacan en el seminario XI nos habla del caso Anna O., Bertha Pappenheim, que en análisis con Breuer, en su discurso, en su famosa “limpieza de chimenea”, no entraba nada del orden de la sexualidad. Pero dice Lacan que la sexualidad entra de todos modos, pero por Breuer, quien decide interrumpir el análisis por la crítica que se le hace, de estar ocupándose demasiado de ella. Ante esto Anna O. responde con un embarazo histérico.
Dice Lacan: “¿Porqué no considerar más bien el embarazo de Bertha, según mi fórmula el deseo del hombre es el deseo del Otro, como la manifestación del deseo de Breuer? ¿Porqué no pensar que era Breuer quien deseaba un hijo? Les daré un asomo de prueba y es que Breuer se va a Italia con su mujer y no tarada en embarazarla…”[17]
En “Intervención sobre la transferencia” Lacan toma el caso Dora para expresar como fracasa la transferencia y Dora abandona el análisis; porque Freud debido a su “contratransferencia” (término que Lacan desecha como una crítica a los posfreudianos) y de haberse puesto un poco excesivamente en el lugar del seños K; vuelve constantemente sobre el amor que el seños K inspiraría a Dora, interpretando como confesiones las respuestas muy variadas que le opone Dora, no orientándola hacia el reconocimiento de lo que para ella era la señora K.
Dice Lacan: “la sesión en que cree haberla reducido a no contradecirlo ya y al final de la cual cree poder expresarle su satisfacción, Dora la concluye con un tono diferente. “No veo que haya salido a la luz nada particular”, dice y es al principio del próxima sesión cuando se despedirá de él”[18]
En “La dirección de la cura…” Lacan toma el caso de Ernst Kris de su paciente que comía “sesos frescos”
Se trata de un sujeto que presentaba el drama subjetivo de no poder publicar sus investigaciones porque creía que plagiaba.
Ernst Kris se asegura de que su paciente no era plagiario cuando cree serlo, y pretende demostrarle que quiere serlo para impedírselo de veras. Dice Lacan que esa intervención puede presumirse errónea.
Lo que comprueba que lo es, es la confesión del paciente de que desde hace algún tiempo al salir de sesión iba a comer a los restaurantes su plato favorito: sesos frescos.
Dice Lacan: “Síntoma transitorio, sin duda, advierte al analista: erró usted al blanco”[19]
Ejemplo que utiliza para plantear el concepto de Acting out.
Cuando el analista no sostiene su función, podrá aparecer el acting como una puesta en escena, una mostración como llamado a la interpretación, para indicarle que erró en el blanco.
En el seminario X “La angustia”, Lacan nos deja entrever la pregunta sobre que sucede en estos casos que él llama allí “accidentes” como actings, interrupciones de análisis, etc.; con el deseo del analista. Dice: “A la inversa, cuando el accidente ocurre- El accidente, no hablé simplemente del acting out- lo regular es que tanto el paciente como el medio lo carguen a la cuenta del análisis, y esto en cierto modo por naturaleza. Tienen razón: es un acting out; por lo tanto, se dirige al Otro. Y si es analista, por lo tanto se dirige al analista.
Si tomó su lugar tanto peor para él. Tiene la responsabilidad que pertenece al lugar que aceptó ocupar.
Esto quizás les aclare lo que quiero decir cuando hablo del deseo del analista y cuando planteo su pregunta” [20]

BIBLIOGRAFÍA:

Leserre, Anibal; “El deseo del analista, una cuestión de horizonte”, Cuadernos del Instituto clínico de Buenos Aires

Lacan Jacques; Escritos, Tomo I,”Intervención sobre la transferencia”; Edit. Siglo XXI, Bs. As.

Lacan Jacques; Escritos, Tomo II, “La dirección de la cura y los principios de su poder”; Edit. Siglo XXI, Bs. As.

Lacan, Jacques; Escritos, Tomo II, “Del trieb de Freud y el deseo del psicoanalista”; Edit. Siglo XXI, 2º edición, Bs As., 2008

Lacan, Jacques; El seminario, libro 6, El deseo y su interpretación, Inédito

Lacan, Jacques; El seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis; Edit. Paidós, Bs As

Lacan, Jacques; El seminario, Libro 8, La transferencia; Edit. Paidós Bs. As.

Lacan, Jacques; El seminario, Libro 10, La angustia; Edit. Paidós, Bs. As.

Lacan, Jacques; El seminario, Libro11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, Edit. Paidos, Bs. As.

Shakespeare, William; “Hamlet”

http://www.clinicayactualidad.blogspot.com/, artículo del 27/5/2008, “Acerca del sujeto supuesto saber”










[1] Lacan, J; Escritos, Tomo II, “Del trieb de Freud y el deseo del psicoanalista”, Pág. 811; Edit. Siglo XXI, 2º edición, Bs. As., 2008
[2] Lacan, J.; El seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Pág. 17, Clase del 5/1/1964; Edit. Paidós, Bs. As
[3] Lacan J.; Escritos, Tomo II, “La dirección de la cura y los principios d e su poder”, Pág. 566; Edit. Siglo XXI, Bs. As.
[4] Lacan J.; Escritos, Tomo II, “La dirección de la cura y los principio de su poder”, Pág. 569; Edit. Siglo XXI, Bs. As
[5] Ídem anterior
[6] Lacan J.; Escritos, Tomo II, “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Pág. 595; Edit. Siglo XXI, Bs. As
[7] Lacan, J.; El seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, pág. 373, Clase del 6/6/1960; Edit. Paidós, Bs As
[8] Lacan, J.; El seminario, libro 6, El deseo y su interpretación, pág. 15, Clase del 12/11/1958. Inédito
[9] Lacan, J.; El seminario, Libro 6, El deseo y su interpretación, Pág. 25. Inédito.
[10] Colovini, Marité: www.clínicayactualidad.blogspot.com, Artículo del 27/5/2008, “Acerca del sujeto supuesto saber”
[11] Lacan, J.; El seminario, Libro 8, La transferencia, Pág. 124, Clase del 11/1/1961; Edit Paidos., Bs. As.
[12] Lacan, J.; El seminario, Libro 8, La transferencia, Pág. 200, Clase del 1/3/1961; Edit. Paidos Bs. As.
[13] Lacan, J.; El seminario, Libro 10, La angustia, Pág. 337, Clase del 26/6/1963; Edit. Paidos, Bs. As.
[14] Lacan, J.; El seminario, Libro 10, La angustia, Pág. 304, Clase del 12/6/1963; Edit. Paidos, Bs. As.

[15] Lacan, J.; El seminario, Libro11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, Pág. 262, Clase del 17/6/1964; Edit. Paidos, Bs. As.

[16] Lacan J.; El seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Pág. 282, Clase del 24/6/1964; Edit. Paidós, Bs. As.
[17] Lacan J.; El seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Pág. 164, Clase del 29/4/1964; Edit. Paidós, Bs. As.
[18] Lacan J.; Escritos, Tomo I, “Intervención sobre la transferencia”, Pág. 213; Edit. Siglo XXI, Bs. As.
[19] Lacan J.; Escritos, Tomo II, “La dirección de la cura…”, Pág. 530; Edit. Siglo XXI, Bs. As.

[20] Lacan J.; El seminario, Libro 10, La angustia, Pág. 141, Clase del 23/1/1963; Edit. Paidós, Bs. As.

1 comentario:

Mauricio Emilio dijo...

Hola Aldana: me resultó más que interesante el punto sobre el psicoanálisis en su intención y su extensión. felicitaciones